¿crucificado o carne quemada?
"En contraste, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, generosidad, fe, sutileza y castidad." —Galatas 5:22-23
Si vivimos por el Espíritu (Gl 5:25), nos guiará el Espíritu (Gl 5:18). Luego caminaremos en el Espíritu (Gl 5:25), quien producirá en nuestras vidas, el fruto del Espíritu (Gl 5:22-23). Sin embargo, si no hacemos nada, (1 Te 5:19) o entristecemos el Espíritu (Ef 4:30), haremos el trabajo de la carne (Gl 5:19-21).
No podemos vivir mucho tiempo, divididos en dos: parte en el Espíritu, parte en la carne, porque estos se oponen directamente (Gl 5:17). O el Espíritu en nuestra vida está confabulando en contra de los deseos egoístas de nuestra carne para crucificarlos (Gl 5:24), o la carne esta pasmando el Espíritu cada vez más, de manera que después de haber empezado a vivir en el Espíritu, terminaremos en la carne (Gl 3:3). Tendremos o el fruto que "se mantiene en la vida eterna" (Jn 6:27) o una eternidad de carne quemándose.
Por tanto, decide, constantemente, crucificar la carne, y vivir en el Espíritu.
Oración: Padre, elijo vida en el Espíritu (Dt 30:10) porque Te Amo.
Promesa: "Feliz el hombre que sigue, no el consejo del malo, ni los pasos de los pecadores, ni se sienta en la compañía del insolente, sino que se regocija en la ley del Señor y medita Su palabra día y noche." —Sal 1:1-2
Alabanza: San Ignacio pudo escribir varias cartas pastorales en el camino a hacerse mártir.
Rescripto: †Muy Reverendo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 13 de augusto de 2012
El Nihil Obstat establece que no existe impedimento para la publicación de un libro o folleto. No implica acuerdo con contenido, opiniones o afirmaciones expresadas en el mismo.