hermandad de sangre
"Desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, quien fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto" (Lucas 11:50-51).
Jesús le dijo, a los líderes religiosos de su época, que su generación tendría que rendir cuenta por toda la sangre derramada desde Abel al sacerdote Zacarías; desde el principio hasta el final del Antiguo Testamento. Esto se hizo realidad puesto que Jesús derramó su sangre para expiar todo el derrame de sangre y los pecados de toda la raza humana una vez por siempre. "Él fue puesto por Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, gracias a la fe" (Rm 3:25).
Piensa en todos los pecados y las culpas de tu vida. Multiplícalos por los pecados de toda persona que han vivido o vivirán. Incluye todas las atrocidades, tragedias, guerras en la historia humana y haz que trascurran en solo tres horas. Sólo entonces tendrás una idea de lo que vivió Jesús, en el Calvario, para expiar todos nuestros pecados.
¡Qué precio pagó Jesús por nuestra salvación! ¡Qué amor tiene Jesús por nosotros! Entreguémosle nuestras vidas, corazones, mentes y amor a cambio.
Oración: Jesús, que yo logre llorar lágrimas de alegría por lo que has hecho por mí.
Promesa: "Todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero son injustificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención cumplida en Cristo Jesús" (Rom 3:23-24).
Alabanza: San Ignacio dio su vida al Señor y aceptó el martirio de ser alimento de bestias salvajes en imitación de Jesús, quien se dio a sí mismo tal alimento eucarístico al mundo.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 5 de junio de 2013
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