una verdadera profetisa
"Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser" (Lucas 2:36).
Probablemente Ana es la persona más ignorada en la primera Navidad. Cuando pensamos en Navidad, recordamos a Jesús, María, José, los pastores y los magos. Algunos recuerdan a Herodes, los Santos Inocentes y Simón. Aún más, hay quienes piensan en Ana como una viuda vieja, "que no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones" (Lc 2:37).
La vida de Ana proclama que la vida en Cristo es adorarlo en Espíritu y en verdad (Jn 4:23) por medio de la oración y el ayuno (Lc 2:37). La vida de Ana proclama que la vida debe ser un acto de acción de gracias, una "eucaristía." Ana da testimonio de la vida de evangelización cada vez que hablamos del Niño Cristo a todos aquellos que esperan su liberación (Lc 2:38).
¿Por qué el testimonio profético de Ana a menudo se pasa por alto? Posiblemente, la vida de Ana nos está dando más verdad de la que queremos escuchar. Puede que Ana nos da tal sentido verdadero de la Navidad que nuestras celebraciones navideñas muestran lo que realmente no son.
En esta época de Navidad, aprendamos acerca de la Navidad, de Cristo y de la vida. Aprendamos de una anciana, una profetisa. Aprendamos de Ana.
Oración: Padre, esta Navidad enséñame cómo vivir.
Promesa: "No amen al mundo ni las cosas mundanas. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él" (1 Jn 2:15).
Alabanza: Valeria renunció a un exitoso ministerio de la enseñanza y evangelización de las Escrituras para dedicarse a cuidar su anciana madre.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 19 de julio de 2013
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