¿quién es tu dueño?
"Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: 'Todo varón primogénito será consagrado al Señor'" (Lucas 2:22-23).
La presentación del primogénito era una manera de recordar cómo Dios libró a los Israelitas de la esclavitud en Egipto matando al primogénito de los egipcios (Ex 13:14ss). La presentación del primogénito también era una manera de reconocer que Dios es el dueño de todo. Debido, en parte, a esta razón, el Señor mandó a Abraham que sacrificara a su primogénito Isaac (Gn 22:9). Los Israelitas ofrecían a Dios los primeros frutos de la cosecha (Cf Lv 23:17). Además, en la nueva alianza, el primer día de la semana se le ofrecía a Dios, y por ello, se le llamaba el Día del Señor. Cuando presentamos nuestros primogénitos, nuestros primeros frutos y el primer día de la semana, admitimos desde el principio que Dios es nuestro Señor, y que es amo y dueño de todo, lo primero y lo último. Todo le pertenece.
En la Fiesta de la Presentación, ¿reconocerás ante Dios que tu vida (Con tu dinero, tu tiempo, energía, relaciones, habilidades, sexualidad, oportunidades, posesiones, etc.) le pertenece a Dios? (Cf Rm 14:8) "Por lo tanto, ustedes no se pertenecen, (1Cor 6:19). Tú no eres tu propio dueño. Dios es tu dueño porque Él te creó, y porque su Hijo, Jesús, te ha comprado con el precio de su sangre (1Cor 6:20). Por lo tanto, no trates de proteger tu territorio. No tienes territorio. No te apegues a tu dinero, tus posesiones, tu tiempo porque nada de eso es realmente tuyo. San Pablo dijo: "Yo estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí" (Gal 2:19-20).
Oración: Jesús, no soy yo quien vive, sino Tú quien vive en mí (Gal 2:20).
Promesa: "Y enseguida entrará en el Templo el Señor que ustedes buscan" (Mal 3:1).
Alabanza: Oración de¡Alabado sea Jesús, Luz de las naciones! (Lc 2:32) ¡Aleluya!
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 27 de septiembre de 2012
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