un salto al vacio
"Luego oró al Señor, Dios de Israel, diciendo: ¡Señor mío, nuestro Rey, tú eres el Único! Ven a socorrerme, porque estoy sola, no tengo otra ayuda fuera de ti y estoy expuesta al peligro" (Esther C:14-15).
Esther oró Al Señor, dijo que ella estaba tomando su vida en sus manos una vez decidió visitar al rey sin haber sido invitada. Este acto era castigable con la muerte (Est 4:11, 16).
De la misma manera, nosotros vivimos y rezamos en una situación de vida o muerte. Vivimos amenazados por "el terror de la noche," "la flecha que vuela de día," "la peste que acecha en las tinieblas" y "plaga que devasta a pleno sol" (Sal 91:5-6). Nuestro adversario, el diablo, quien es "el Príncipe de la muerte" (Heb 2:14), y sus ángeles (Cf Ap 9:11) andan "rondando como un león rugiente, buscando a quién devorar" (1Pe 5:8). Nuestros ángeles guardianes han hecho un gran trabajo protegiéndonos de los repetidos atentados contra nuestras vidas.
Así que debes orar como si tu vida dependiera de ello, porque probablemente así es. Ayuna y ora como si esta fuera tu última Cuaresma en la tierra. Ayuna y ora con absoluta confianza y abandono al Señor. Vivimos y oramos en las sombras de la muerte (Sal 23:4), pero al mismo tiempo nos encontramos a la puerta de la vida eterna del cielo.
Ora: "Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido" (Lc 2:29). "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lc 23:46).
Oración: Padre, "este es nuestro momento, esta es nuestra salvación". Que la oración y ayuno sea nuestra esperanza y la penitencia nuestra vocación.
Promesa: " Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan! ( Mt 7:11).
Alabanza: San Pedro Damián salió del monasterio para traer renovación al clero diocesano, propagando la devoción a la pasión de Cristo.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 27 de septiembre de 2012
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