diga que no
"No digas…" (Eclo 5:1, 3, 4, 6).
No digas: Yo confío en mi "deseo y mi fuerza" (Eclo 5,1).
Di: "mi poder triunfa en la debilidad" (2Cor. 12,9).
No digas: "¿Quien podrá dominarme?" (Eclo 5,3).
Di: "Sin Jesús no puedo hacer nada." (Cfr. Jn 15,5).
No digas: "¿Pequé, y que me sucedió?"; como si no hubiera consecuencias (Eclo 5,4).
Di: "El Señor, en efecto, sabe librar de la prueba a los hombres piadosos, y reserva a los culpables para que sean castigados en el Día de Juicio (2Pe 2,9).
No digas: "Su compasión es grande, Él perdonara la multitud de mis pecados" (Eclo 5,6).
Di: "Vuelve al Señor y deja de pecar, suplica ante su rostro y deja de ofenderlo." (Eclo 17,25).
Jesús dijo, "Pero les aseguro que en el Día de Juicio, los hombres rendirán cuenta de toda palabra vana que hayan pronunciado. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado" (Mt. 12, 36-37). Guarda tu lengua. Habla la verdad y vive la verdad. (Ef. 4,15).
Oración: Padre, sé el dueño de mi boca y mi vida.
Promesa: "Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les de un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo" (Mc. 9,41).
Alabanza: Mariano, un negociante cristiano, evangeliza con cada uno de sus clientes. Su secreto es: "Escucho con atención a mis clientes y me intereso de sus preocupaciones y sus vidas. Después, cuando ellos me preguntan acerca de mi vida, yo le describo lo que El Señor ha hecho por mí".
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 19 de diciembre de 2012
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