San Pablo fue el equivalente a un "leproso" para los cristianos. Una vez convertido, la comunidad no lo creyó y no le permitieron entrar al círculo de los cristianos. San Bernabé estaba convencido de la conversión genuina y auténtica de Pablo y persuadió a la comunidad. Lo mejor que pudo hacer Pablo para dar evidencia de su "cambio" fue producir buen fruto y así glorificar a Dios (Cfr. Jn 15:8).

San Marcos fue ejemplo, al desertar de la primera jornada misionera, (Cfr. Hch 13:13; 15:38). Bernabé decidió darle otra oportunidad a Marcos. Curiosamente, Pablo se negó a creer que Marcos estaba realmente sanado y listo para evangelizar, Bernabé pensaba lo contrario. Lo mejor que Marcos pudo hacer fue evidenciar su sanación al producir buen fruto y así glorificar a Dios (Cfr. Jn 15:8).

Aquellos que son sanados y convertidos, tienen la responsabilidad de responder a Dios e ignorar lo que otros digan. No necesitan probarse ante los hombres. Sin embargo, en caso de que alguna persona necesitara evidencia de su conversión (Cfr. Mt 3:8) los frutos serán la mejor evidencia (Mt 7:20), es decir, la innegable bondad y buenas obras para el Reino.

Todos los discípulos de Jesús se ocupan de dar frutos para Él. Si sólo nos concentramos en dar fruto para Jesús, Dios se encargará de todo lo que necesitamos. "Vayan y den fruto" (Jn 15:16).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de marzo de 2013

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