concientes de nuestra imagen
"¿De quién es esta figura y esta inscripción?" (Marcos 12:16).
Los Fariseos y los Herodianos pudieron identificar al dueño de la moneda romana porque su imagen estaba "estampada" en ella. El sello que estaba en la moneda la marcaba como propiedad del Cesar.
Cuando nos bautizamos en Cristo, también fuimos sellados con el Espíritu Santo (Ef 1:13; 2Cor 1:22). Fuimos formados "nuevos a la imagen de (nuestro) creador" (Col 3:10) y ahora "compartimos la imagen de Su Hijo," Jesús (Rm 8:29). Dios nos marcó con su propio sello para identificarnos como su propiedad (Rm 14:8). ¿No es eso asombroso? El mismo Dios que nos prohibió hacer imágenes para no caer en la idolatría (Cfr. Ex 20:4) nos ha grabado con su propio sello (Ef 4:30).
¿Estás consciente de que has sido marcado con el sello de Dios? ¿Otros pueden ver a quién le perteneces solamente con mirarte? Si no es así, debes de limpiar tu imagen. Concéntrate en quien perteneces y contempla fijamente "la gloria del Señor". Así seremos "transformados, a su propia imagen, con un esplendor cada vez más glorioso, por la acción del Señor, que es Espíritu" (2Cor 3:18).
Oración: Padre, que todo quien me vea piense en ti.
Promesa: "Feliz el hombre que teme al Señor y se complace en sus mandamientos. Su descendencia será fuerte en la tierra; la posteridad de los justos es bendecida" (Sal 112:1-2).
Alabanza: Una oración silenciosa, durante años de infertilidad, resultó en el nacimiento de un hijo 10 meses después.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de marzo de 2013
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