En nuestra cultura occidental, hay servicios de agencias matrimoniales seculares, los anuncios para los solteros y los shows de TV de "vida real" para solteros y solteras que luchan por un compañero. La Palabra de Dios enseña de otra manera. Medita estas palabras: "¿Estás unido a una mujer (o esposo)? No te separes de ella (él). ¿No tienes mujer (o esposo)? No la (lo) busques"(1Cor 7:27). Este pasaje no dice que nunca se casen. Más bien que la decisión de casarse no es algo aislado, sino parte del plan divino. Hemos de buscar el Reino de Dios antes que a un compañero (Cfr. Mt 6:33). Al dedicarnos de lleno a servicio del Reino, encontraremos la gracia de confiar de que Él nos traiga nuestro futuro cónyuge a nuestra vida, pero en Su tiempo.

Si Dios ha "decretado" (Tob 7:12) que te llama a una vocación matrimonial, entonces Él ya ha "decidido" sobre un compañero que está hecho a medida para ti, escogido por tu Creador. Dios decidió que Tobías y Sara debían casarse (Tob 7:12). En lugar de sentirse manipulado como un peón, Tobías "la amó intensamente y se enamoró de ella" (Tob 6:19; Cfr. Gen 2:23). "El amor de Dios fue "derramado en [sus] corazones" (Rm 5,5).

No hay una decisión mejor que la realizada por Dios en la corte celestial. "Dios es Amor" (1Jn 4:8). ¿Qué matrimonio más amoroso se puede encontrar que uno creado y decidido por el Amor mismo? Aquellos a quien Dios une, pueden decir con confianza: "Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?"(Rm 8:31). Permite que Dios decida sobre tu matrimonio a Su tiempo. Que oigas al Señor decir: "Ella te corresponde a ti... el Cielo decreta que te sea dada... A partir de hoy es tuya para siempre"(Tob 7:11).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de marzo de 2013

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