siendo al escuchar y actuar
Jesús "les respondió: 'Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican'" (Lucas 8,21).
Podemos ser madre, hermanos y hermanas de Jesús si escuchamos la Palabra de Dios y actuamos en ella. Podemos ser parte de la familia inmediata de Jesús y estar tan cerca que viva en nosotros y nosotros en Él (Jn 6,56). Si sólo escuchamos (Sal 81,14) y actuamos conforme a la Palabra de Dios.
Sin embargo, nos resulta humanamente imposible escuchar la Palabra de Dios. Para escuchar su voz apacible y suave (1Re 19,12ss) tendríamos que ser apacibles y saber que Él es Dios (Sal 46,11). Para abrir nuestros oídos a Su palabra, debemos tapar nuestros oídos a propuestas sanguinarias (Is 33,15) y a otras cosas que no son de Dios. Para escuchar la Palabra de Dios, debemos arrepentirnos de ignorar a Dios y luego renovar nuestras promesas bautismales. En el Bautismo nos ha sido dado el poder sobrenatural de escuchar la palabra de Dios.
Después de escuchar la Palabra de Dios, debemos hacer lo que nos dice. "Pongan en práctica la Palabra y no se contenten sólo con oírla, de manera que se engañen a ustedes mismos" (Stg 1,22). Hacer lo que Dios pide requiere un corazón arrepentido del egoísmo, de la apatía y la rebelión contra Dios. Esta es una gracia que nos vuelve sumisos al Señor y en rebeldía contra la tiranía de Satanás. Es necesario decir con María: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho" de acuerdo con la Palabra de Dios (Lc 1,38).
Por su gracia, escucha y haz "lo que Él te pida"; así serás madre, hermana y hermano de Jesús.
Oración: Padre, dame los oídos y manos de la madre de Jesús, María.
Promesa: "¡Que el Dios que ha establecido allí su Nombre destruya a cualquier rey o pueblo que intente transgredir esta orden, destruyendo esa Casa de Dios que está en Jerusalén!" (Es 6,12).
Alabanza: Rita tomo la resolución de leer Un Pan Un Cuerpo y "oyó" por primera vez la palabra de Dios.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 5 de mayo de 2013
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