sanación del discapacitado
"Ya que hoy se nos pide cuenta del bien que hicimos a un enfermo y de cómo fue curado, sepan ustedes y todo el pueblo de Israel: este hombre está aquí sano delante de ustedes por el nombre de nuestro Señor Jesucristo" (Hechos 4:9-10).
"Un santo temor se apoderó de todos ellos, porque los apóstoles realizaban muchos prodigios y signos" (Hch 2:43). Las pocas curaciones contadas en los Hechos de los Apóstoles fueron escogidas para ser relatadas no sólo como sanaciones de un mal físico, sino también por su significado especial. El hombre lisiado de nacimiento es alguien con quien podemos identificarnos. Puede ser que físicamente no estemos discapacitados, pero todos tenemos ciertas discapacidades desde nuestro nacimiento en otros aspectos. Por ejemplo, debido a la cobardía, Pedro estaba más discapacitado que el hombre lisiado. Algunas personas nunca han dado ni su primer paso en la evangelización. Muchos han estado paralizados por el miedo desde que tienen uso de razón. Otros nunca han orado en compañía de sus esposas. Éstas son discapacidades espirituales severas.
No obstante, la buena noticia es que en el nombre de Jesús resucitado podemos ser sanados. Esto prueba que Jesús ha resucitado y está vivo ahora mismo. Cuando permitimos que Jesús nos sane de una discapacidad crónica en nuestra vida, se nos presenta una ocasión ideal para proclamar su resurrección. Aquellos que nos han conocido durante años estarán sorprendidos de nuestra liberación. Preguntarán cómo fuimos sanados de nuestra discapacidad. Entonces podremos proclamar que "fue hecho en el nombre de Jesús" crucificado y resucitado (Hch 4: 10).
Oración: Jesús resucitado, que pueda dejarte que me sanes de mi discapacidad de toda la vida.
Promesa: "Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ¡eran ciento cincuenta y tres!" (Jn 21: 11).
Alabanza: ¡Aleluya! ¡Jesús está vivo! Ha vencido la muerte. ¡Aleluya! ¡Él es Señor y Dios! ¡Aleluya!
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 18 de diciembre de 2013
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