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Viernes, 30 de mayo de 2014

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Novena de Pentecostés – Día 1


Hechos 18:9-18
Salmos 47:2-7
Juan 16:20-23

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rezando en momentos de pérdida

"Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo" (Juan 16:20).

Cuando los discípulos de Jesús rezaban en el Cenáculo después de su Ascensión y antes del primer Pentecostés cristiano, ellos probablemente rezaban con una gran sensación de pérdida. A pesar de que Jesús había prometido que Él no les dejaría huérfanos (Jn 14:18) y que siempre estaría con ellos (Mt 28:20), los discípulos de Jesús no pudieron entender lo que Él quería decir, porque todavía no habían recibido al Espíritu y todavía no había nacido la Iglesia.

Cuando rezamos con el dolor de una pérdida, nuestra oración tiene un poder distinto. Por ejemplo, después de que Pablo vio a Sóstenes atacado y golpeado violentamente por los corintios (Hch 18:17), él naturalmente perdió cualquier sensación de seguridad. Él se dio cuenta de que le podían matar en cualquier momento. Cuando rezó "Ven, Espíritu Santo", él probablemente lo rezó en un nivel más profundo al que nosotros estamos acostumbrados. Yo recuerdo una viuda que vi rezar: "Ven, Espíritu Santo", unas pocas horas después de la muerte de su marido. Ella recibió el Espíritu como nunca antes ya que rezó por la venida del Espíritu como nunca antes. Yo he visto a gente perder su salud y perder la unidad de sus matrimonios. Cuando estas personas, en sus momentos de pérdida, rezan: "Ven, Espíritu Santo", todo el cielo se desata.

Cuando pensamos que hemos perdido todo, podemos rezar por el Espíritu y recibir más de lo que pudiéramos pedir o imaginar nunca (Ef 3:20). ¡Ven, Espíritu Santo!

Oración:  Padre, en este primer día de la novena de Pentecostés, yo clamo a ti en el dolor de mi pérdida.

Promesa:  "No temas. Sigue predicando y no te calles. Yo estoy contigo" (Hch 18:9-10).

Alabanza:  Valeria visita a un vecino imposibilitado, una tarde a la semana. Su amor ha restaurado la fe de su vecino en Dios.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 18 de diciembre de 2013

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