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Sábado, 26 de julio de 2014

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santos Joaquín y Ana


Jeremías 7:1-11
Salmos 84:3-6, 8, 11
Mateo 13:24-30

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¿campo de sueños?

"Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña" (Mateo 13:26).

Algunos de ustedes que están leyendo esto han estado sirviendo al Señor en el ministerio durante años. Ustedes han orado y trabajado largamente y duramente, trabajando con todo su corazón con el deseo de dar frutos para el Señor y Maestro. Tal vez ustedes están comenzando a ver los buenos frutos de sus esfuerzos; a lo mejor aquellos a los que ustedes han ministrado y que están progresando como discípulos, haciendo sus propios compromisos con Jesús, o compartiendo su fe con otros. La cosecha que han sembrado está comenzando "a madurar y producir granos" (Mt 13:26).

Este es el momento cuando la gente que Jesús describe como "la cizaña" empieza a hacer su aparición (Mt 13:26). Justo cuando parece que tus esfuerzos darán como resultado una cosecha fructífera y en la gloria de Dios, personas aparecen dentro de tu ministerio o en la comunidad y empiezan a consumir energía. Esta energía es necesaria para nutrir "el trigo" de aquellos que llevan los frutos como resultado de tu servicio de amor. Ahora tu "trigo" no está recibiendo la "alimentación" adecuada porque tu "cizaña" aprovecha su alimento espiritual.

Pareciera como si todo el ministerio tuviera que ser dejado de lado bajo la amenaza de la cizaña. Naturalmente, tú deseas arrancar la cizaña. Sin embargo, Jesús dice que dejes crecer la maleza (Mt 13:30). Esto parece no tener sentido, pero Dios es el viñador (Jn 15:1), y Él sabe cómo producir fruto. Jesús poda, a ti y al trigo (Jn 15:2), y permite ¡que la cizaña consuma el alimento destinado a nutrirte! Sin embargo, Dios tiene una prioridad aún mayor, y es la conversión. Él quiere que la cizaña se vuelva trigo. La conversión es costosa, inconveniente y mina la fuerza. Esta también trae más alegría en el cielo (Lc 15:7).

Oración:  Maestro, dame tu corazón y pensamiento (1Co 2:16).

Promesa:  "¡Felices los que encuentran su fuerza en Ti!" (Sal 84:6).

Alabanza:  Luis rogó a santa Ana a diario por la reconciliación de la relación entre dos de sus seres queridos que él consideraba inconciliable. Varios años más tarde, Luis se alegró porque la reconciliación fue más completa de lo que podía haber imaginado (Ef 3:20).

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de abril de 2014

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