"cuando contemplo la maravillosa cruz…"
"Se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz" (Filipenses 2:8).
Cantamos: "Cuando contemplo la maravillosa cruz en la que murió el Príncipe de gloria, tengo en cuenta la más rica ganancia y no la pérdida, y vierto desprecio sobre todo mi orgullo". En la cruz, nuestros valores cambian y entramos en contacto con la realidad. En la cruz, nos humillamos. Mediante la cruz, el nombre de Jesús fue exaltado sobre todo nombre (Fil 2:9) y los que creemos en Jesús crucificado y glorificado compartimos su exaltación. Aquellos que se humillan en la cruz serán exaltados (Mt 23:12).
Cantamos: "En la cruz, en la cruz, hay una fuente preciosa." Cuando contemplamos la maravillosa cruz, recibimos las aguas vivas del Espíritu Santo (Gal 3:1-2). Somos bañados en sanación (ver Num 21:9), fe y vida eterna (Jn 3:14-15).
Cantamos: "¡Eleva la cruz! Proclama el amor de Cristo." Debemos conocer y hablar nada más que acerca de Jesucristo y de Él crucificado (1 Co 2:2). No debemos alardear sino de la cruz de nuestro Señor Jesucristo a través de la cual hemos sido crucificados para el mundo y éste para nosotros (Gal 6:14).
Cada día del resto de tu vida, mira devotamente una imagen de Jesús en la cruz. Deja que Jesús crucificado hable a tu corazón. "Contempla la maravillosa cruz."
Oración: Padre, permíteme "llevar en mi cuerpo las cicatrices de Jesús" (Gal 6:17).
Promesa: "Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga vida eterna" (Jn 3:16).
Alabanza: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 23 de abril de 2014
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