la mente es una cosa terrible para perder
"Nosotros tenemos el pensamiento de Cristo" (1 Corintios 2:16).
"Raíz de los pensamientos es el corazón" (Eclo 37:17). Por eso, una gran batalla tiene lugar entre el Reino de Dios y el reino de la obscuridad por el control de nuestras mentes. Cualquiera que gane la batalla por nuestra mente también ganará el control de nuestras acciones, para bien o para mal (ver Eclo 37:18). Esta es la razón por la cual las Escrituras hablan con frecuencia sobre nuestra mente. Debemos "transformarnos interiormente renovando nuestra mente", pero esto no puede suceder hasta que no rompamos la influencia de la cultura mundana que nos rodea (Rom 12:2).
El reino de la oscuridad no puede coexistir con el Reino de Dios, tal y como Jesús lo deja claro en la lectura del Evangelio de hoy. Uno de los dos debe quedar fuera (ver Lc 4:35). Igualmente pasa con nuestras mentes. Hay que expulsar nuestros pensamientos pecaminosos y vacíos "para renovarse en lo más íntimo de su espíritu" (Ef 4:23).
En el Bautismo nos convertimos en hijos de Dios y fuimos inmersos en el Espíritu Santo. Cuando renovamos nuestro Bautismo en la Pascua, rechazamos las obras y las promesas vacías de Satanás e implícitamente los pensamientos vacíos y pecaminosos. Inmersos en el Espíritu Santo, tomamos el control de nuestros pensamientos "y sometemos toda inteligencia humana para que obedezca a Cristo" (2 Co 10:5). Así nos es posible vaciar nuestras mentes de pensamientos malos y continuamente los reemplazarlos con pensamientos buenos.
"Todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza, debe ser el objeto de tus pensamientos" (Fil 4:8). Ama a Dios "con todo tu espíritu" (Lc 10:27).
Oración: Jesús, borra de mi mente todos los pensamientos que no vienen de Ti y trae a mi mente Tus pensamientos.
Promesa: "¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros y ellos salen!" (Lc 4:36).
Alabanza: La lectura diaria de las Escrituras y el tiempo de oración silenciosa de Dorothy, la mantienen enfocada en Jesús (ver Heb 3:1).
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 23 de abril de 2014
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