Imagínate si fueras daltónico y miope y con la visión periférica dañada ¿Podrías ver? Sí. ¿Necesitarías curar tu vista? Absolutamente. De igual manera, podemos ver espiritualmente pero "ahora vemos como en un espejo" (1 Co13:12). No debemos permitir que el hecho de que tengamos alguna visión, nos impida clamar a Jesús por una visión mejor para que podamos vivir Su vida abundante.

Si no vemos mejor a Dios en nuestro cónyuge, ¿qué posibilidades tenemos de perseverar en nuestros votos nupciales? Si no vemos más profundamente en el plan de Dios, ¿podremos lograr detener los abortos? Hasta cuando veamos con los ojos de nuestros corazones (Ef 1:18), nuestro Señor eucarístico, bajo las apariencias del pan y del vino, no centraremos nuestras vidas para estar en comunión e ir a comulgar. Esto es auto-privación grave.

Algunos de nosotros hemos gastado miles de dólares para poder ver mejor físicamente. Tenemos gafas, gafas de sol, gafas para leer, bifocales, trifocales, de contacto, gotas para los ojos, y cirugía láser para mejorar físicamente nuestra vista. Es mucho más importante poder ver espiritualmente mejor. Por lo tanto, clama a Jesús "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" (Lc 18:39). Oremos a Jesús: "Señor, que yo vea otra vez" (Lc 18:41).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 15 de junio de 2015.

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