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Domingo 30 de agosto de 2015

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22do domingo de Tiempo Ordinario


Deuteronomio 4:1-2, 6-8
Santiago 1:17-18, 21-22, 27
Salmos 15:2-5
Marcos 7:1-8, 14-15, 21-23

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cómo recibir un regalo

"Todo lo que es bueno y perfecto es un don de lo alto y desciende del Padre" (Santiago 1:17).

Nuestro Padre quiere darnos "un regalo que valgan la pena", de "beneficio genuino", Él nos dará ese regalo como nos dio los regalos del nacimiento y renacimiento (ver 1 Pe 1:23). El Padre nos regalara a través de la Palabra hablada en la verdad (Stg 1:18). Si escuchamos la Palabra (Stg 1:19) y actuamos en ella (Stg 1:22), recibiremos nuestro regalo.

Por ejemplo, el Padre querrá darte el regalo de la salud. A lo mejor te dé el regalo diciendo una palabra como: ¡Arrepiéntete! Es posible que algunas partes de tu vida sean pecaminosas y te estén dañando la salud. Si escuchas esta palabra, estás en camino de recibir el regalo de la salud. Tienes que dejar a un lado "toda impureza y todo resto de maldad" (Stg 1:21). Estas cosas obstruyen tu escuchar espiritual. Entonces escucharás el llamado de Dios a arrepentirte. Finalmente, si actúas en la palabra yendo a confesión y aceptando la gracia de Dios del arrepentimiento, entonces recibirás el regalo de Dios de la salud.

Este es sólo un ejemplo el cual nos ayuda a ver como Dios nos da regalos por medio de sus palabras las cuales debemos escuchar y seguir. ¿Qué regalos te quiere dar tu Padre? ¿Qué palabras han echado raíz en ti? (Stg1:21) "¿Estás dispuesto a escuchar?" (Stg 1:19) ¿Estás recibiendo humildemente estas palabras? (Jn 1:21) ¿Estás actuando en estas palabras, o estás engañándote a ti mismo? (Stg 1:22) ¡Recibe los regalos de Dios!

Oración:  Padre, déjame recibir muchos de tus regalos y que la gente me pregunte sobre ellos. Que yo les pueda decir de Tu amor.

Promesa:  "¿Existe acaso una nación tan grande que tenga sus dioses cerca de ella, como el Señor, nuestro Dios, está cerca de nosotros siempre que lo invocamos?" (Dt 4:7)

Alabanza:  "Pero Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque no era posible que ella tuviera dominio sobre Él" (Hch 2:24). ¡Aleluya!

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 14 de abril de 2015

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