Viernes, 22 de enero de 2016
> >san Vicente
Día de oración por la protección legal de los niños nonatos
respetando las elecciones de dios
David dijo: "No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido del Señor" (1 Samuel 24:11).
David le perdonó la vida a Saúl cuando tuvo la oportunidad perfecta para matar a su torturador. David era un guerrero experimentado que había matado a muchos oponentes (ver 1 Sm 23:5; 30:17ss). La única razón por la que David retuvo su mano era porque Saúl llevó la unción de liderazgo por parte de Dios. Saúl había sido elegido por Dios (1 Sm 10:1).
Jesús "llamó a su lado a los que quiso" (Mc 3:13). No fue que los doce apóstoles estuviesen especialmente calificados por su posición; su única calificación era que ellos fueron elegidos por el Señor (Jn 15:16). Saúl parecía una pobre elección de Dios. También, a menudo parecía que el Señor había elegido mal a sus apóstoles. Cometieron un error tras otro, y fueron a veces incapaces de comprender a Jesús (Mc 6:52).
No es raro hoy escuchar a la gente comentar que líderes de la iglesia son incompetentes. Estos líderes pueden parecer unos tontos para algunos, pero "la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres" (1 Co 1:25). Dios habla por medio de aquéllos que Él ungió y eligió (Jn 15:16). Por ejemplo, si Dios quiere hablar sobre el matrimonio mediante hombres célibes, eso no hace que Su mensaje sea menos veraz. Es arrogante afirmar que Dios no es lo suficientemente poderoso como para dirigir y enseñar con precisión por medio de aquéllos que Él elige, incluso aquéllos que parecen no calificados. Que todo el pueblo de Dios imite a David, que respetó la decisión de Dios respecto a Saúl y que prefirió ser perseguido, en vez de hacer daño a los ungidos del Señor (1 Sm 24:14).
Oración: Señor, que pueda caminar por fe en Ti, no por lo que veo (2 Co 5:7).
Promesa: "Yo me refugio a la sombra de Tus alas hasta que pase la desgracia" (Sal 57:2).
Alabanza: A san Vicente no le hacían gracia sus enseñanzas (2 Tim 4:3), pero proclamó la Verdad de la Palabra de Dios y cambió corazones.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 24 de augusto de 2015.
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