En las lecturas bíblicas de hoy, el amor no se contrasta con el odio. Más bien, el amor es contratado con el temor (1 Jn 4:18), y el antídoto para el temor es la oración. El Señor nos enseña que el amor aumenta por medio de la relación con Dios. La oración es una conversación con Dios, en la cual la mayoría de las veces escuchamos y Dios habla.

Considera la posibilidad del amor entre un hombre joven y una mujer. Ellos planean casarse. Esto involucra gastos y riesgos considerables: si uno de los cónyuges muere prematuramente, los gastos funerarios y de entierro, crianza y educación de los hijos, riesgos de perder la propiedad, la posibilidad de enfermar, robo, incendio, daños por tormenta y así sucesivamente. Mientras que la prudencia y la responsabilidad exigen atención a estos factores, los riesgos que implican no suelen ser el factor primordial. La relación de amor de la pareja prevalece sobre los riesgos que les acompañan, y la pareja decide casarse. Pasan más tiempo en centrarse en su amor mutuo que en los peligros. Su amor mutuo anula los temores.

Debemos de estar en una relación de amor eterno con el Señor. Incluso más que la pareja joven, es sumamente importante que dediquemos tiempo de calidad amando al Señor, adorándole y escuchándole. Crecemos al conocerle en una forma profunda y personal. Aprendemos a confiar y descansar en Él. Nuestro amor comprometido y alimentado por el Señor aleja todos nuestros temores. Si tienes miedo, pasa más tiempo en oración. Descansa en Dios. Quédate quieto delante de Él, y sé consciente de que Él es Dios y Amor. (1 Jn 4:8, 16; Sal 46:11).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 24 de augusto de 2015.

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