Nosotros, los cristianos hemos sido bautizados en Cristo Jesús y, en consecuencia, en su muerte y resurrección (Rom 6:3-4). Hemos sido bautizados en Jesús y en su sacerdocio, ministerio profético y la realeza (ver 1 Pe 2:9). "En [Cristo] hemos sido constituidos herederos" (Ef 1:11; ver 1:13). En este lugar y con Él, somos herederos del reino de Dios (Rom 8:17; ver Ef 1:14). Bautizados en Cristo, heredamos la gracia de ser santos, puros y libres.

Las ramificaciones de nuestros bautismos son tan monumentales y abundantes que pasaremos la eternidad agradeciendo "la novedad radical de la vida cristiana que viene del bautismo" (Miembros Laicos de los Fieles de Cristo, el Papa san Juan Pablo II, 10; ver también Rom 6:3). Por lo tanto, el arzobispado del Sínodo de 1987 recomendó a los católicos bautizados "una catequesis post-bautismal en la forma de un catecumenado... con el propósito de ayudar a la persona a comprender y vivir la inmensa, extraordinaria riqueza y responsabilidad recibidas en el Bautismo" (Miembros Laicos, 61).

Nuestros Bautismos son la base para recibir mayores dones de Dios. Esta extraordinaria riqueza nos da una responsabilidad extraordinaria. Si no desarrollamos plenamente nuestros bautismos, estamos fallando en serio en la administración. "Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más" (Lc 12:48). Desarrolla plenamente tu Bautismo.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 28 de junio de 2016.

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