el amor más allá de lo que se puede expresar
"Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo" (1 Juan 1:3).
El nacimiento de Jesús hizo posible que la gente viera, oyera, tocara y cargara a Jesús (ver 1 Jn 1:1ss). Hizo posible el tener una relación personal con Él.
La ascensión de Jesús, la entrega del Espíritu Santo en Pentecostés, y el nacimiento de la iglesia hizo posible que todas las personas tengan una relación mucho más personal, profunda e íntima con Jesús (ver Catecismo, 788). Sorprendentemente, podemos vivir dentro de Jesús mientras Él vive dentro de nosotros (ver Jn 14:20; 17:23). Incluso, podemos recibir en nuestro cuerpo el cuerpo y la sangre, el alma y la divinidad de Jesús. Esta doble mora es una relación más allá de toda experiencia humana de intimidad. Es un milagro y un misterio el permanecer en Aquel quien es el amor mismo (1 Jn 4:16). Somos capaces de "comprender, con todos los santos, cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, en una palabra, ustedes podrán conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento, para ser colmados por la plenitud de Dios" (Ef 3:18-19). Nuestra entrada y morada en el misterio del amor divino se realiza por el Espíritu Santo, especialmente trabajando a través de la Iglesia, en el Bautismo y la Eucaristía.
La Navidad es la hora primordial para recibir el amor divino, pues la Navidad nos lleva de vuelta a las raíces del amor encarnado de Dios. Ten una Navidad en el misterio del amor santo.
Oración: Padre, dame amor más allá de lo que se puede expresar.
Promesa: "Él también vio y creyó" (Jn 20:8).
Alabanza: San Juan proclamó con san Pedro, ambos defendiendo su fe en Jesús por el poder del Espíritu Santo: "Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído" (Hch 4:20).