morir por algun fruto
"Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no encontró" (Lucas 13:6).
Si no damos fruto, seremos cortados (Lc 13:9) y echados al fuego y quemados (Jn 15:6). Si no damos fruto en dirigir a otros hacia Cristo, no viviremos con Cristo eternamente.
Estaremos seguros de dar fruto si vivimos en Jesús, la Vid (Jn 15:5), y morimos a nosotros mismos. "Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto" (Jn 12:24). Morir y vivir van juntos. Tenemos que morir a nosotros mismos para vivir en Jesús y dar fruto.
Dar el fruto de evangelización no es cosa de instrucción principalmente o de persuasión sino de morir y vivir. Es decir, que todos pueden y tienen que dar fruto.
Hoy en las iglesias católicas en todo el mundo, catecúmenos están recibiendo las oraciones llamadas Primer Escrutinio. Están muriendo a sí mismos como la mujer Samaritana cuando Jesús escudriñó su corazón (Jn 4:4ss). Vayamos a unirnos con los catecúmenos en la muerte para unirnos a ellos en una nueva vida. Por medio de nuestra mortificación cuaresmal (caridad, oración, ayunos (vea Mt 6:1ss)) muramos a nosotros mismos y preparémonos para la vida resucitada y asombrosa fertilidad de Pentecostés.
Oración: Padre, que pueda dar abundante fruto de calidad en los próximos dos meses.
Promesa: "Por eso, el que se cree muy seguro, ¡cuídese de no caer!" (1 Co 10:12)
Alabanza: Alabanza a ti Señor Jesús, "el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14:6). Toda la Gloria y honor Te pertenecen.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 10 de noviembre de 2015.
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