sorpresa
"Yo los curaré de su apostasía, los amaré generosamente, porque mi ira se ha apartado de ellos" (Oseas 14: 5).
Oseas profetizó que Dios sanaría nuestros defectos. Ochocientos años después, Dios hizo esto de una manera asombrosa. Él envió a Su unigénito Hijo Jesús para dar su vida por nosotros al ser clavado en la cruz. Por sus heridas hemos sido curados (1 Pe 2:24). Así es como Él sanó nuestra defección, y eso fue lo que quiso decirnos con "amarnos libremente" (Os 14:5).
"No hay amor más grande que dar la vida por los amigos" (Jn 15:13). A lo largo de los siglos Dios ha revelado el más grande y el primer mandamiento: "y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas" (Mc 12:30).
Una vez más, Jesús cumplió esto de una manera increíble. ¿Quién hubiera pensado que "con todo nuestro corazón" significaba ser traspasado en el costado con la lanza de un soldado? ¿Y "toda nuestra alma" significaba la agonía en el huerto de Getsemaní con su sudor convertido en gotas de sangre? ¿Y "toda nuestra mente" significaba la corona de espinas? ¿Y "todas nuestras fuerzas" significaba una muerte jadeando después de tres horas de estar colgado en una cruz? Palabras sencillas fueron cumplidas por medio de una muerte salvaje.
"Lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que lo aman" (1 Co 2:9).
Oración: Padre, nunca soñé que Tú me amaras tanto como para enviar a Jesús a morir. Te doy mi vida.
Promesa: "Volverán a sentarse a mi sombra, harán revivir el trigo, florecerán como la viña" (Os 14:8).
Alabanza: Contemplar una imagen del Sagrado Corazón de Jesús llena nuevamente de amor a Carolina.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 10 de noviembre de 2015.
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