Cada uno de nosotros está en peligro de caer lejos de nuestra devoción y "sinceridad debida a Cristo" (2 Co 11:3). Incluso, iglesias enteras pueden caer lejos del amor de Cristo (ver Gal 1:6; Mt 24:12). La mayoría de los cristianos renegarán a Jesús antes que venga por última vez (2 Tes 2:3). Cuando Jesús vuelva, ¿encontrará fe en la tierra? (Lc 18:8). "Por eso, el que se cree muy seguro, ¡cuídese de no caer!" (1 Co 10:12)

"A aquel que puede preservarlos de toda caída y hacerlos comparecer sin mancha y con alegría en la presencia de su gloria, al único Dios que es nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, el honor, la fuerza y el poder, desde antes de todos los tiempos, ahora y para siempre. Amén" (Jud 24-25). Solamente por la gracia de Dios seremos protegidos del engaño de Satanás, el padre de las mentiras (Jn 8:44), quien "ronda como un león rugiente, buscando a quién devorar" (1 Pe 5:8). Debemos resistir la tentación, al seguir creciendo fuertes en nuestra "fe santísima, orando en el Espíritu Santo" (Jud 20). Si caemos en pecado, deberíamos arrepentirnos e ir a confesión lo más pronto posible. El Señor ordena: "Sométanse a Dios; resistan al demonio, y él se alejará de ustedes. Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes. Que los pecadores purifiquen sus manos; que se santifiquen los que tienen el corazón dividido" (Stg 4:7-8).

Podemos permanecer fieles al Señor no importa lo que hace Satanás y no importa cuántos caigan (ver Sal 91:7). Arrepiéntete, confiésate, crece fuerte, mantente firme en tu fe.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 21 de enero de 2016.

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