de primera mano
"Quiero que sepan, hermanos, que la Buena Noticia que les prediqué no es cosa de los hombres, porque yo no la recibí ni aprendí de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo" (Gálatas 1:11-12).
A diferencia de san Pablo, hemos recibido el Evangelio de otros hombres y mujeres. La mayoría de nosotros hemos sido educados en este, posiblemente después de haber ido a la escuela Católica durante ocho, doce o más años. Sin embargo, como Pablo, debemos fundamentar nuestra relación personal con Jesús no en lo que otros han dicho, sino en quien nosotros decimos que Él es (Mt 16:15). Nosotros no solo debemos saber acerca de Jesús; necesitamos conocer a Jesús. Muchos de los graduados de nuestras escuelas Católicas saben cientos de hechos acerca de Jesús. (Y es bueno que lo sepan). Sin embargo, estos hechos no cobran vida hasta que no conocen a Jesús personalmente. Nosotros podemos conocer cientos de cosas acerca de alguien famoso, un político o una súper estrella. Sin embargo, esto totalmente difiere de conocerlos personalmente.
Un famoso evangelista visitó una iglesia la cual estaba enferma, había dejado de respirar, y estaba muerta (1 Re 17:7). Él recalcó: "Lo que esta iglesia necesita es una persona que tenga experiencia con Dios de primera mano". Ellos cantaban y oraban siguiendo sus libros, pero no lo hacían con sus corazones ni por una experiencia personal. El Señor tiene compasión de los más necesitados, los que no lo conocen personalmente. Él tocará los ataúdes de sus vidas y les pedirá que se levanten (Lc 7:14).
Oración: Jesús, que pueda buscar una profunda relación personal contigo. Que Tú seas más real para mí que mi propio ego.
Promesa: "Dios ha visitado a Su pueblo" (Lc 7:16).
Alabanza: Te alabo, Jesús resucitado, nuestro Hermano, por elevarnos a una nueva vida en Ti. ¡Gracias sean dadas a Dios!
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 18 de febrero de 2016.
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