destruyendo la muerte (1 co 15:26)
"Tú los arrebatas, y son como un sueño" (Salmos 90:5).
El autor del Eclesiastés, que vivió siglos antes de la Revelación de Jesús, la Resurrección y la Vida (Jn 11:25), es naturalmente pesimista acerca de la vida. Por ejemplo, se trata el tema del envejecimiento profusamente. Luego, él habla de la muerte de seis maneras. La muerte es como ir a nuestro hogar, un cable roto, un plato roto, una jarra rota, una polea caída en un pozo, y el polvo que regresa a la tierra (Ecl 12:5-7). No bastaba con decir que vamos a morir. Parece que estaba obligado a agotar el tema.
La muerte, para el autor del Eclesiastés, casi arruina la vida. La muerte tiene una picadura mortal; es victoriosa sobre la vida (ver 1 Co 15:55). Debido a la influencia notable de la muerte, tenemos la tentación de banalizar la vida comiendo y bebiendo, porque mañana moriremos (1 Co 15:32; Sab 2:5-6ss). Vivir para el placer nos hace esclavos - esclavos del pecado por medio del miedo a la muerte de toda nuestra vida (Heb 2:15). A causa de la muerte, nos sentimos tentados a vivir "conforme al criterio de este mundo, según el Príncipe que domina en el espacio, el mismo Espíritu que sigue actuando en aquellos que se rebelan. Todos nosotros también nos comportábamos así en otro tiempo, viviendo conforme a nuestros deseos carnales y satisfaciendo nuestra concupiscencia y nuestras malas inclinaciones, de manera que por nuestra condición estábamos condenados a la ira, igual que los demás". (Ef 2:2-3). La muerte puede convertir nuestras vidas en vidas muertas (ver 1 Jn 3:14).
La única manera de vencer sobre la muerte es creer y vivir totalmente para Jesús "la Resurrección y la Vida" (Jn 11:25). Solo Jesús tiene "la llave de la Muerte y del Abismo" (Ap 1:18). En Jesús, "la muerte ha sido vencida" (1 Co 15:54). ¡Alabado sea Jesús para siempre!
Oración: Padre, que el día de mi muerte sea el día más feliz de mi vida.
Promesa: "Enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance la sabiduría" (Sal 90:12).
Alabanza: "¡Demos gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo!" (1 Co 15:57)