una multitud abrumadora
Jesús "puede salvar en forma definitiva a los que se acercan a Dios por su intermedio, ya que vive eternamente para interceder por ellos" (Hebreos 7:25).
Hay algo en Jesús que nos hace sentir que lo abrumamos. A Jesús "… lo siguió mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón" (Mc 3:7-8). Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara. Porque, como curaba a muchos, todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre Él para tocarlo" (Mc 3:9-10), Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!" (Mc 3:11)
San Agustín dice que nuestros corazones están inquietos mientras no descansen en Jesús. Cuando nos damos cuenta de que Jesús está cerca de nosotros, sentimos que debemos correr hacia Él (ver Mc 10:17) y aferrarnos a Él para salvar la vida (ver Mt 28:9; Jn 20:17). Tenemos la sensación de que Él es nuestra única esperanza, y estaremos perdidos para siempre sin Él. Cada persona tiene un vacío que solo Jesús puede llenar. Por lo tanto, láncese a los pies de Jesús y aférrese a Él para siempre.
Oración: Padre, dame un amor apasionado por Jesús.
Promesa: "Que se alegren y se regocijen en ti todos los que te buscan y digan siempre los que desean tu victoria; '¡Qué grande es el Señor!' " (Sal 40:17).
Alabanza: Luisa, que no había leído la Biblia, hojeó el libro del Apocalipsis por curiosidad. Cuando leyó Ap 3:14-16, el Espíritu Santo tocó su corazón. Ella recibió la gracia de la conversión, cayó de rodillas y dio su vida a Jesús. Volvió a Misa después de una ausencia de muchos años. Ella ahora dirige un grupo de oración y un ministerio de evangelización.