¡hola! ¿quién llama?
"Llamen y se les abrirá" (Lucas 11:9).
Acostumbramos pensar que nosotros somos quienes llamamos y Dios es el que nos responde. En realidad, Dios es el que llama a las puertas de nuestro corazón (ver Ap 3:20). Somos como el hombre dentro de la casa en el pasaje del Evangelio de hoy (Lc 11:7); tendemos a no querer levantarnos de la cama para la Misa u oración de la mañana.
En verdad, aún al pecador más empedernido del planeta se le ha dado gracia suficiente para ofrecer su corazón a Dios en oración. Dios con calma, tranquilo y constante llama a la puerta de todo corazón humano. Sin embargo, muchos bloquean su llamada tranquila con la bulla de este mundo. Pidamos, llamemos y busquemos a estas personas para que acepten la gracia de abrir su corazón al Señor.
La manera de pedir, tocar y buscar es pedir al Señor que nos dé un deseo consumidor por la santidad. Pidamos con mayor fe, con mayor persistencia (Lc 18:1). Pidamos que más gente, tanto grande como pequeña, se convierta a una fe viva en el Señor. Pide con persistencia y perseverancia.
Oración: Padre, que pase el resto de mi vida intercediendo fielmente por millares de personas para que acepten la salvación que Tu les ofreces.
Promesa: "Pero para ustedes, los que temen mi Nombre, brillará el sol de justicia que trae la salud en sus rayos" (Mal 3:20).
Alabanza: Joan ora varias veces al día para que sus hijos maduren en la fe.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 10 de mayo de 2017.
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