"La serpiente le dijo a la mujer, '¿Así que Dios les ordenó que no comieran de ningún árbol del jardín?'" (Gn 3:1) Nuestras tentaciones vienen a menudo en forma de preguntas. Además, el problema parece cambiar del pecado cometido a si Dios alguna vez realmente nos dijo que un acto particular era un pecado. Por ejemplo, los que defienden la legitimidad de algunos actos homosexuales tratan de explicar que Dios nunca condenó todos los actos homosexuales en la Biblia. A continuación, en la tentación, los mandatos de Dios son a menudo exagerados. Por ejemplo, Dios le dijo a Adán y Eva que podían comer de cualquier árbol, excepto de uno específico. Pero el diablo pretendía que Dios había prohibido comer de todos los árboles.

La siguiente línea del diablo era: "No, no morirán. Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal" (Gn 3:4-5). Aquí el diablo no se limitó a solo preguntar, confundir o falsear. Él dijo una mentira descarada y puso un signo de exclamación en su mentira diciendo que Dios estaba "sin duda" mintiendo. Además de llamar mentiroso a Dios, el diablo le atribuye motivos egoístas a Dios. Finalmente le dijo a Eva que, si ella no pecó, se privaría a sí misma de alcanzar su pleno potencial.

El diablo es un maestro de la mentira, de hecho, es el "padre de la mentira" (Jn 8:44). Necesitamos al Espíritu Santo que actúe por medio de la Iglesia, o seremos seducidos, confundidos, usados, abusados, esclavizados y condenados.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 30 de noviembre de 2016.

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