cuidadosa obediencia
"Obsérvenlos y pónganlos en práctica, porque así serán sabios y prudentes a los ojos de los pueblos" (Deuteronomio 4:6).
A causa de su desobediencia, los israelitas vagaron por el desierto durante cuarenta años. Puede que hayan asumido estar obedeciendo a Dios, pero Moisés les advirtió que no obedecían con suficiente cuidado (Dt 4:6). Los discípulos de Jesús probablemente creyeron que le obedecían. Sin embargo, Jesús proclamó que Él esperaba que ellos obedecieran incluso la parte más pequeña de una letra de la ley (Mt 5:18; ver también Sal 119:112). Luego debían obedecer al espíritu de la ley (2 Co 3:6) y con ello marcar el comienzo del reino de Cristo.
El Señor nos prometió la victoria total en la cual derribamos las fortalezas, sofismas y altanerías orgullosas que se levantan contra el conocimiento de Dios (2 Co 10:4-5). Vamos a ser capaces de reclamar esta victoria cuando nuestra obediencia sea perfecta, es decir, completa (2 Co 10:6). Cuando estamos comprometidos a obedecer al Señor en cada aspecto de la vida, vamos a aplastar rápidamente a Satanás bajo nuestros pies (Rom 16:19-20).
Lo que llamamos ahora "obediencia" puede ser más desobediencia que obediencia. Para entrar en la "tierra prometida", vivir en el reino de Dios, y reclamar total victoria, necesitamos una obediencia en el Espíritu Santo que sea cuidadosa, estricta y completa. Entonces seremos grandes (Dt 4:6-7; Mt 5:19) y tendremos un amor profundo e íntimo para el Señor (ver Dt 4:7). Cuando obedecemos en un nuevo y profundo nivel, viviremos una nueva vida.
Oración: Padre, por medio de mi obediencia, elévame más allá de mis limitaciones y debilidades a la grandeza a la que me has llamado.
Promesa: "Envía su mensaje a la tierra, su palabra corre velozmente; reparte la nieve como lana y esparce la escarcha como ceniza" (Sal 147:15-16).
Alabanza: Patricia antes rezaba solo los domingos, pero ahora reza varias veces al día, encomendando su vida a Jesús.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 30 de noviembre de 2016.
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