el amor que no conoce límites
"Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré" (Juan 20:25).
No fue razonable que Tomás hiciera que su examen de las heridas de Jesús fuera un requisito previo para creer en la resurrección de Jesús. Nadie, incluyendo a Tomás, tiene el derecho de examinar las heridas de Jesús o de cualquier persona. Sin embargo, Jesús cumplió la petición no razonable de Tomás. Jesús va a los extremos para amar y salvarnos. Su encarnación, Su crucifixión y muerte, el don de Su cuerpo y sangre, Sus repetidos perdones y misericordia y Su humildad en acceder a muchas de nuestras demandas nada razonables son asombrosos indicios de que Su amor por nosotros no tiene límites.
Sin embargo, algunas personas están tan cegadas que no reconocen el amor extremo del Señor. Otros son tan indignantes que presuntuosamente piensan que pueden retrasar su conversión al Señor porque Él va a seguir dándoles oportunidades para arrepentirse. Sin embargo, otros responden al amor radical del Señor para con ellos como Tomás finalmente respondió. Claman a Jesús con todo su ser: "¡Señor mío y Dios mío!" (Jn 20:28)
El Señor nos ha creado para amarnos. Él nos ha estado buscando durante años. Él está locamente enamorado de nosotros. ¿Lo amas? Ámalo con todo tu corazón (Mt 22:37). Acepta a Jesús como su Señor y Dios.
Oración: Dios, Que eres amor, te amo (1 Jn 4, 8, 16). Viviré y moriré por Ti.
Promesa: "Ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios (Ef 2:19).
Alabanza: "¡Señor mío y Dios mío! (Jn 20:28)
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de marzo de 2017.
El Nihil Obstat establece que no existe impedimento para la publicación de un libro o folleto. No implica acuerdo con contenido, opiniones o afirmaciones expresadas en el mismo.