¡vengan a tomar agua! (is 55:1)
"Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán" (Marcos 1:9).
En el río Jordán, san Juan Bautista bautizó a miles de personas con un bautismo de arrepentimiento. El arrepentimiento, o metanoia, era un giro de 180 grados del pecado. Entonces, ¿qué pasó con esos pecados que esas personas dejaron atrás? Simbólicamente, los pecados de los arrepentidos permanecían allí, en las aguas del Jordán, después de que la gente salía del agua.
Sin embargo, ahora Jesús viene, que no tenía necesidad de Bautismo. No tenía pecados para lavarse en el agua. Algunos eruditos de la Escritura han ponderado la acción de Jesús en el río Jordán, y la relación profunda entre Jesús y Su primo, Juan. A pesar de las protestas de Juan, Jesús le dijo a Juan que siguiera adelante y lo bautizara por el bien de la justicia (Mt 3:15).
Lo que Juan no comprendió de antemano, pero tal vez pudo haber comprendido después, era que Jesús tomó sobre sí mismo en Su bautismo, en ese mismo río Jordán, todos los pecados que habían sido "dejados atrás" en el agua. Jesús está presente en las aguas del bautismo. Cuando somos bautizados, Jesús ya ha entrado en esa agua para tomar todos nuestros pecados sobre Sus hombros, para pagar el precio por todos los pecados, incluyendo los nuestros, en la cruz.
Oración: "Este es el Dios de mi salvación: yo tengo confianza y no temo, porque el Señor es mi fuerza y mi protección" (Is 12:2).
Promesa: "Vengan a tomar agua, todos los sedientos" (Is 55:1).
Alabanza: ¡Alabanza a Jesús, el Hijo amado del Padre en Quien Él se complace! (Mt 3:17)
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 25 de julio de 2017.
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