Prácticamente todos los que leemos Un Pan, Un Cuerpo somos gentiles, es decir, no somos judíos. En la Biblia a los gentiles se les describe como:

• gente que no tiene "participación con Cristo" (Ef 2:12),
• "excluidos de la comunidad de Israel" (Ef 2:12),
• "ajenos a las alianzas de la promesa" (Ef 2:12), y
• "Sin esperanza y sin Dios en el mundo" (Ef 2:12).

"Pero ahora en Cristo Jesús" (Ef 2:13), nosotros los gentiles:

• "hemos sido acercados por la sangre de Cristo" (Ef 2:13),
• hemos sido reconciliados con Dios "en un solo Cuerpo, por medio de la cruz" (Ef 2:16),
• "todos sin distinción tenemos acceso al Padre" (Ef 2:18),
• "ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes" (Ef 2:19),
• "sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios" (Ef 2:19),
• "Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo" (Ef 2:20),
• somos "un templo santo en el Señor" (Ef 2:21), y
• somos "una morada de Dios en el Espíritu" (Ef 2:22).

Jesús ha cambiado nuestra naturaleza y nuestro futuro. Él ha transformado nuestro llanto nocturno en un gozo al amanecer. (Sal 30:6). Ha cambiado nuestra desolación en saltos de júbilo (Sal 30:12). Ha sacado nuestras vidas de una muerte en vida. (ver 1 Jn 3:14) a una vida eterna. Demos las gracias a Jesús, amémosle, adorémosle. Vivamos y muramos para Él.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de mayo de 2018

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