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Viernes, 7 de diciembre de 2018

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san Ambrosio


Isaías 29:17-24
Salmos 27:1, 4, 13-14
Mateo 9:27-31

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una navidad reveladora

"Jesús les tocó los ojos, diciendo: 'Que suceda como ustedes han creído'. Y se les abrieron sus ojos" (Mateo 9:29-30).

En las lecturas de hoy, la Iglesia proclama la promesa de Dios por la que "los ojos de los ciegos se abrirán" (Is 29:18), lo que implica que Jesús curará a los ciegos en estas navidades. Es una gran noticia para los ciegos de vista, para los que aman a los ciegos y los que se han percatado de su ceguera espiritual.

Todos somos espiritualmente ciegos de un modo u otro. Por ejemplo, hay quienes no ven ninguna maldad en el uso de los anticonceptivos, una ceguera que frustra sus matrimonios y sus relaciones sexuales. Esta ceguera incluso impide la creación de nuevos seres humanos. Curarse de tal ceguera en esta Navidad sería un milagro maravilloso. También los hay que ni siquiera se dan cuenta de que están como programados por la cultura de la muerte. Las largas horas frente al televisor les han lavado el cerebro, están como anestesiados y espiritualmente paralizados. Si tan solo pudiéramos ver lo suficiente para clamar: "Ten piedad de nosotros, Hijo de David" (Mt 9:27).

La ceguera espiritual es una epidemia, de modo que una Navidad que abriera los ojos de la gente cambiaría y liberaría este mundo. Pide el primer milagro de ver tu propia ceguera. Y después, por medio de la Palabra de Dios (Rom 10:17), recibe el segundo milagro de una fe más profunda (ver Mt 9:29). A continuación, pídele a Jesús el tercer milagro de ser curado de esa ceguera espiritual. Cristo en la Navidad te abrirá los ojos.

Oración:  Padre, por tu amor, haz tres milagros en mi vida para empezar las navidades.

Promesa:  "Aquel día, los sordos oirán las palabras del libro, y verán los ojos de los ciegos, libres de tinieblas y oscuridad" (Is 29:18).

Alabanza:  Cuando san Ambrosio se dio cuenta de lo poco preparado que estaba y de lo ignorante que era de la fe cristiana en el momento de recibir la llamada de Dios, se aplicó tan diligentemente al estudio de la Sagrada Escritura durante el resto de su vida, que se convirtió en un maestro consumado y decisivo en la conversión de intelectuales como san Agustín.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de junio de 2018

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