Jesús no le preguntó al hombre enfermo: "¿Quieres curarte?" El enfermo, y la mayoría de la gente contestarían un resonante "No". Jesús le preguntó a él, y nos pregunta a nosotros, "¿Quieres curarte? (Jn 5:6) El enfermo no le contestó "Sí". Tal vez él quería deshacerse de su enfermedad, pero no quería cambiar el estilo de vida de las limitaciones y pecados (Jn 5:14) que había construido alrededor de su enfermedad. Él tenía una enfermedad no solo física, sino también del alma.

No está en la naturaleza de Jesús hacer una curación a medias. Él no se limitará a sanar solo lo que le está causando más dolor. Además de curar su rodilla, Él también insistirá en sanar su relación con su padre. Usted entra en la sala de emergencia de Jesús para ser curado de la presión arterial alta, y Él primero habla de sanarle de tu falta de perdón hacia alguien que te hizo daño "treinta y ocho años" atrás (Jn 5:5). Usted quiere mojar su dedo en agua curativa (Jn 5:2ss), y Jesús quiere arrastrarle en su río de vida curativo (Ez 47:5,12), para bautizarte, para sumergirte.

Jesús se encuentra ante tu puerta (ver Ap 3:20) y te pregunta: "¿Quieres curarte? ¿Quieres tener Vida y en abundancia? (Jn 10:10) Lo que esté sin vida en ti, se hará fresco y nuevo (Ez 47:9). En Mi curación, te curaré y liberaré de pasar su vida escondido bajo el manto de la enfermedad, depresión, ansiedad y miedo a la muerte (Heb 2:15). Te sanaré por la evangelización, y te daré el poder de ser Mí testigo y traspasar los corazones al hablar Mi palabra profética. Te haré luz para el mundo (Mt 5:14). ¡Contesta, hijo mío!: ¿Quieres curarte?"

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 29 de noviembre de 2017.

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