"Dios no ha hecho la muerte" (Sab 1:13), "Dios creó al hombre para que fuera incorruptible y lo hizo a imagen de su propia naturaleza, pero por la envidia del demonio entró la muerte en el mundo" (Sab 2:23-24). "El diablo, príncipe de la muerte, nos hizo sus esclavos por mucho tiempo al manipularnos por medio del temor a la muerte (Heb 2:14-15). "Porque así como el pecado reinó produciendo la muerte" (Rom 5:21).

Después de milenios de la tiranía de la muerte sobre la raza humana, Jesús fue concebido y nació en este mundo. Jesús se nombró a SÍ Mismo "la Vida" (Jn 11:25; 14:6). Jesús fue más fuerte que la muerte. En varias ocasiones, Él resucitó a los muertos (Mt 9:18ss; Lc 7:15; Jn 11:44). Él ordenó a Sus discípulos que hicieran lo mismo (Mt 10:8). De este modo, Satanás convulsionó ante la vida divina de Jesús. Satanás nos usó para poner vida a la muerte en la cruz. El príncipe de la muerte parecía reinar supremamente.

Sin embargo, al tercer día, Jesús resucitó de entre los muertos. "Él destruyó la muerte" (2 Tim 1:10). Todas las fuerzas de la muerte de Satanás son desviadas. Nosotros, los que creemos en Jesús, podemos burlarnos de la muerte: "¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?" (1 Co 15:55)

Renueva tus promesas bautismales. Rechaza al príncipe de la muerte y su cultura de muerte. Cree en el Padre de la Vida, Jesús nuestra Vida, y El Espíritu Vivificante. "La muerte ha sido vencida" (1 Co 15:54). ¡Aleluya! ¡Aleluya por siempre!

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 11 de octubre de 2017.

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