escuela de la obediencia
"Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hechos 5:29).
El pecado y la muerte entraron al mundo por medio de la desobediencia (Rom 5:15, 19). La salvación y la vida eterna llegan a nosotros mediante la obediencia de Jesús, Quien obedeció a Su Padre hasta el punto de "la muerte en una cruz" (Fil 2:8). Esto nos enseña que en la vida lo primordial es obedecer a Dios (ver 1 Pe 1:2), y el amor es auténtico solo cuando obedecemos los mandamientos de Dios (Jn 15:10). El obedecer al Señor debe ser nuestro deleite (Sal 40:9), nuestro alimento (Jn 4:34) y vida eterna (Jn 3:36). El desobedecer al Señor es ponernos bajo una maldición (Gal 3:10; Dt 27:26), convertirnos en esclavos del pecado (ver Jn 8:34) y "la ira de Dios pesará sobre nosotros" (Jn 3:36).
En las próximas semanas, al acercarnos al día del derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés, muchos de nosotros podríamos enfrentar nuestras tentaciones más difíciles para desobedecer al Señor. El demonio puede sobornarnos para desobedecer a Dios. Si eso no funciona, puede amenazarnos con dolor o hasta con la muerte. Debemos rechazar el ser intimidados (ver Mt 10:26). Debemos afirmar, junto con los santos de todos los tiempos: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hch 5:29).
El Espíritu Santo "es dado a los que obedecen" a Dios (Hch 5:32). Obedece a Dios (Hch 5:29).
Oración: Jesús resucitado, enséñame a obedecer — y si es necesario, con sufrimiento (Heb 5:8).
Promesa: "Porque Dios le da el Espíritu sin medida" (Jn 3:34).
Alabanza: Vicente acortó sus horas de trabajo a la semana, de cuarenta horas a treinta y dos, para así poder pasar más tiempo enseñando la fe a sus hijos.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 11 de octubre de 2017.
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