San Pablo sabía que él iba a morir. No se preocupaba por sí mismo. Hacía mucho tiempo se había arrepentido de todos sus pecados y había dejado su vida en las manos amorosas de Dios. A Pablo le preocupaba que sus seguidores permanecieran fundamentados en la verdad. Quería que se protegieran a sí mismos y a los demás contra los lobos rapaces, que tratarán de desviar a su rebaño con falsas enseñanzas después de morir (Hch 20:28-30).

Jesús está a punto de morir. Él no se preocupa por Sí Mismo teniendo abandono diariamente en las manos amorosas de Su Padre. A Jesús le preocupa que sus seguidores permanezcan fundamentados en la verdad. (Jn 17:17, 19). Él quiere que sus seguidores se protejan a ellos mismos y a los demás (Jn 17:12, 15) contra los lobos rapaces que tratan de desviar a su rebaño con falsas enseñanzas (Jn 10:5, 8,12).

Cuál sería tu reacción si el Señor te profetizara: "Ordena los asuntos de tu casa porque vas a morir" (Is 38:1). ¿Qué le preocuparía? ¿Estaría tu mente ocupada en ti mismo? ¿O estarías inmediatamente ocupado con tus seres queridos y aquellos a quienes has ministrado la Buena Noticia de Jesús con palabras y hechos? ¿Te preocupa que permanezcan en la verdad y sean fuertes en la fe?

Pon tu vida inmediatamente en las manos de Dios. ¡Arrepiéntete! Pide a Jesús que te dé un corazón de pastor (1 Pe 5:2). Alimenta a las ovejas de Dios (Jn 21:17). Y llévalas a Jesús.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 11 de octubre de 2017.

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