dios habla por medio de la gente<br>nosotros no escuchamos
"Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa" (Marcos 6:4).
La Iglesia nació en Pentecostés cuando se cumplió la profecía del profeta Joel acerca de la profecía (Jl 3:1, Hch 2:16ss). Inmediatamente después de nuestros Bautismos, fuimos ungidos con el aceite del crisma como sacerdotes, profetas y reyes. Esto indica la centralidad e importancia de la profecía en el plan de salvación de Dios. La Iglesia está fundada incluso en los apóstoles y los profetas (Ef 2:20). Así, el Señor nos manda buscar con celo los dones espirituales, "sobre todo al de la profecía" (1 Co 14:1).
Profecía significa dar un mensaje de Dios. Sin embargo, para dar debemos recibir, es decir, escuchar y obedecer. Sin embargo, los profetas tradicionalmente no son recibidos y escuchados, especialmente en sus lugares de nacimiento (Mc 6:4), lo cual es a donde el Señor generalmente los envía. Por lo tanto, la clave inicial de nuestro ministerio profético es escuchar al Señor hablando por medio de los más cercanos a nosotros. Por ejemplo, si no escuchamos a Dios hablando por medio de nuestro cónyuge, ¿cómo podemos ser un profeta o un cristiano en contacto con el Señor? Si no escuchamos a Dios hablando por medio de nuestros padres, ¿cómo podemos oír a Dios en absoluto?
Escucha a Dios hablando por medio de los más cercanos a ti, que a menudo son los más difíciles de escuchar. Luego profetiza.
Oración: Padre, que pueda escucharte hablando por medio de la persona que no soporto oír.
Promesa: "Por eso, me complazco en mis debilidades, en los oprobios, en las privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas por amor de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte" (2 Co 12:10).
Alabanza: Alabado sea Jesús, Quien terminó la obra de nuestra salvación y trajo la victoria a la humanidad.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 28 de diciembre de 2017.
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