Un milagro es un acto de Dios que va más allá de las leyes de la naturaleza. El cristianismo comenzó con el milagro de la Encarnación, Dios convirtiéndose en hombre. La esencia del cristianismo es la muerte de Jesús en la cruz cuando Él quitó los pecados de todos los que han vivido o vivirán. Él dio a cada uno la oportunidad de ser engendrado de arriba (Jn 3:3, 5) y recibir una nueva naturaleza, compartiendo la naturaleza divina (2 Pe 1:4). La resurrección de Jesús de entre los muertos es el milagro que establece definitivamente la divinidad de Jesús, que es la base de la fe cristiana. Jesús hizo muchos milagros en Su ministerio público y le dio a Su Iglesia y a sus miembros la autoridad y el poder de hacer obras mayores que Él (Jn 14:12).

Si vivimos y morimos en Cristo, recibiremos al morir el milagro de la resurrección de entre los muertos. El mundo terminará con el último milagro con la venida final de Jesús. Luego, después del Día del Juicio, los santos tendrán el milagro de la resurrección del cuerpo. Ir al cielo y ver a Jesús cara a cara será milagroso. De principio a fin, el cristianismo es una serie de milagros. Por lo tanto, fortalece tu fe. Protégela de nuestra cultura secular humanista, que tiende a negar milagros y es extremadamente tóxica para nuestra fe.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 19 de enero de 2018

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