Los magos encontraron al niño Jesús en una casa algunos días después de que Jesús había nacido en un establo. Su venida pudo haber ocurrido alrededor de los días de la Presentación de Jesús en el Templo, cuarenta días después de su nacimiento, cuando Simeón profetizó que Jesús era "luz para iluminar a las naciones paganas" y "signo de contradicción" (Lc 2:32, 34). Posiblemente los magos fueron sabios porque no contradijeron a Jesús, una Señal de contradicción.

Debido a que creían que la estrella de Belén anunciaba el nacimiento del Rey de los judíos, los magos siguieron la estrella, se postraron ante Jesús y le "ofrecieron dones, oro, incienso y mirra" (Mt 2:11). Las acciones de los magos no contradicen a Jesús. Sin embargo, Herodes, después de haber dicho que ofrecería un homenaje a Jesús (Mt 2:8), se contradijo y trató de asesinar a Jesús (Mt 2:16).

Nosotros también contradecimos a Jesús y a nosotros mismos cuando decimos:

• creemos en Dios, pero no se lo decimos a los demás,
• recibimos el Cuerpo y la Sangre de Jesús en la Sagrada Comunión, pero no centramos nuestras vidas en recibir la Comunión,
• la Biblia es la Palabra de Dios, pero no la leemos a diario, y
• la oración es comunicación con Dios, pero no reservamos un tiempo de oración diario.

Puede haber otras contradicciones en nuestras vidas. Sin embargo, los hombres y mujeres sabios no son contradictorios; están postrados en adoración a Jesús.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de junio de 2018

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