El Señor le ofreció a Moisés la oportunidad de comenzar de nuevo sin las personas desagradables que le hicieron la vida tan difícil. Moisés, sin embargo, prefiguró a Jesús y eligió la cruz de amar a personas que no eran muy amables ni adorables.

Todos estamos tentados a estar descontentos con las personas que el Señor ha puesto en nuestras vidas para amar. Deseamos que nuestros cónyuges fueran perfectos, que nuestros hijos fueran ángeles y que nuestros padres no tuvieran pecado. Suspiramos: "¡Si solo mi pastor fuera un santo canonizado y mis compañeros feligreses fueran santos, comprensivos, sensibles y dedicados!" ¡Qué pasaría si Dios te ofreciera lo que le ofreció a Moisés! ¿Dejarías que el Señor elimine a toda la gente problemática y te dejará con una vida sin cruz y de poco amor?

Jean Paul Sartre, un filósofo francés, afirmó: "El infierno es las otras personas". De hecho, otras personas no son el infierno. Más bien son la cruz por la cual nos mantenemos fuera del infierno e iremos al cielo. La persona que te da más problemas es tu mejor oportunidad de amar como Jesús. En consecuencia, agradece al Señor por tus enemigos porque, si existe tal cosa como "un boleto al cielo", tu enemigo tiene tu boleto. Si tus enemigos fueran eliminados, ¿cómo podrías amarlos? Tus enemigos te dan la oportunidad de convertirte en hijos de Dios Padre (Mt 5:44-45). Agradece al Señor por el regalo de tus enemigos.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 23 de enero de 2019

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