la necesidad de un nuevo pentecostés
"El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve" (Juan 6:63).
En la misa del jueves, escuchamos que el Espíritu Santo estaba dirigiendo a Felipe (Hch 8:29). Ayer, leíamos sobre Saulo que estaba "lleno del Espíritu Santo" (Hch 9:17). Hoy, escuchamos que la iglesia primitiva "se iba consolidando", y creciendo en número asistida por el Espíritu Santo (Hch 9:31). El lunes leeremos como el Espíritu Santo descendió sobre Cornelio y su familia (Hch 11:15). El Señor por medio de las lecturas eucarísticas diarias de Su Iglesia deja muy en claro que no debemos apagar el Espíritu (1 Tes 5:19), sino ser dóciles al Espíritu Santo en todos los sentidos.
Al final de este tiempo de Pascua, celebraremos la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. El Señor quiere que este sea el mayor Pentecostés de nuestras vidas. Sin el Espíritu Santo, seremos encarcelados en una habitación aislada, en lugar de ser enviados desde esa habitación para llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra. Los ángeles y los santos en el cielo, las pobres almas en el purgatorio, la Iglesia en todo el mundo y toda la creación están
Oración: respirando con Jesús la"Veni, Creator Spiritus" ("Ven Espíritu Creador") (ver Jn 20:22). Unámos a la sinfonía del Espíritu. "¡Ven, Espíritu Santo!"Padre, haz del Espíritu Santo el deseo de mi corazón.
Promesa: "¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo? Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor" (Sal 116:12-13).
Alabanza: Leer los Hechos de los Apóstoles alentó a Allen a un discipulado más activo. Buscó el Espíritu Santo y recibió poder para servir al Señor en los dones del Espíritu.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 23 de enero de 2019
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