poderio de palabra y oración
"Tu Palabra omnipotente se lanzó desde el cielo, desde el trono real, como un guerrero implacable, en medio del país condenado al exterminio. Empuñando como una espada afilada tu decreto irrevocable, se detuvo y sembró la muerte por todas partes: a la vez que tocaba el cielo, avanzaba sobre la tierra" (Sabiduría 18:15-16).
Jesús, la palabra de Dios, es todopoderoso. La palabra de Dios encabeza a los ejércitos celestiales (Ap 19:13-14). "De su boca sale una espada afilada para herir los pueblos paganos" (Ap 19:15).
La palabra de Dios en las enseñanzas de la iglesia y la Biblia también es poderosa. La palabra de Dios no regresa a Él estéril, pues logra el fin para que Él la envió (Is 55:11). "La palabra de Dios no está encadenada " (2 Tm 2:9) "Nadie puede resistir a Tu voz" (Jud 16:14).
Pero para que la palabra de Dios manifieste su poder completo, es "necesario orar siempre sin desanimarse" (Lc 18:1). San Pablo dice: "Dedíquense con perseverancia incansable a interceder por todos los hermanos, y también por mí, a fin de que encuentre palabras adecuadas para anunciar resueltamente el misterio del Evangelio" (Ef 6:18-19). "¡Así podré hablar libremente de él, como debo hacerlo!" (Ef 6:20). "Rueguen por nosotros, para que la Palabra del Señor se propague rápidamente y sea glorificada como lo es entre ustedes" (2 Tes 3:1).
Así como Josué combatió en el valle (Ex 17:8ss), innumerables Josués empuñan la espada de la palabra de Dios (Heb 4:12) en los valles de este mundo. Así como Moisés oró en la montaña y dio éxito a Josué, así debemos orar que la palabra de Dios "no sea cuestión de meras palabras... sino de poder" (1 Tes 1:5). ¡Proclama la todopoderosa palabra de Dios y ora!
Oración: Padre, que tu palabra arda en mí (Lc 24:32). Que se encierre ese fuego tanto en mis huesos que no lo pueda contener (Jer 20:9).
Promesa: "Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia"(Lc 18:7-8).
Alabanza: Santa Margarita, Reina de Escocia y su esposo, el rey, oraban juntos y personalmente alimentaban a los pobres de su país.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 5 de junio de 2013
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