Es un pensamiento santo y piadoso el orar por los muertos (2 Mac 12:44-45). Ciertamente aquellos que se encuentran en el cielo o el infierno no se beneficiarán de nuestras oraciones. Pero no todo el mundo irá inmediatamente al cielo o al infierno, después de morir. Por lo tanto, cuando oramos por los muertos, lo hacemos por personas en otro lugar, generalmente se llama Purgatorio. Es un lugar de purga y purificación.

En el Nuevo Testamento, el Señor sugiere la existencia de algún lugar que no es ni el cielo ni el infierno. Jesús fue a "predicar a los espíritus en prisión," "que se resistieron a creer cuando Dios esperaba pacientemente, en los días en que Noé construía el arca" (1 Pe 3:19, 20; y 1 Pe 4:6). Estos pasajes sugieren que existe un lugar que no es el cielo ni el infierno, pero no sabemos si este lugar sigue existiendo.

Jesús enseñó que el pecado de blasfemia contra el Espíritu Santo "no se le perdonará ni en este mundo ni en el futuro" (Mt 12:32). ¿Esto sugiere que algunos pecados puedan ser perdonados después de la muerte? Si es así, debe haber un lugar después de la muerte que no sea el cielo o el infierno.

Muestras del arte de las primeras comunidades cristianas nos indican que la iglesia en tiempos del Nuevo Testamento oraba por los muertos. Debemos hacer lo mismo porque es un pensamiento santo y piadoso orar por los muertos y un acto de fe en la resurrección de los muertos.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 5 de junio de 2013

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