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Jueves, 2 de Mayo de 2013

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san Atanasio


Hechos 15:7-21
Salmos 96:1-3, 10
Juan 15:9-11

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lectura y correccion

"Y Dios, que conoce los corazones, dio testimonio en favor de ellos, enviándoles el Espíritu Santo, lo mismo que a nosotros" (Hechos 15,8).

Es importante aprender a leer; no solamente libros, pero es importante aprender a leer el corazón. Por ejemplo, Pedro pensó que estaba listo para dar su vida por Jesús, pero le negó tres veces. Pedro leyó su corazón incorrectamente. Nosotros también podemos pensar que conocemos a Jesús profunda y personalmente, pero podemos estar engañándonos (1Jn 1,6; 2,4). Podemos incluso ser sorprendidos trágicamente el Día del Juicio si hemos malinterpretado nuestros corazones (Cfr. Mt 7,22-23; 25,44).

Para leer nuestro corazón, debemos pedir al Sagrado Corazón de Jesús que purifique el nuestro. Por naturaleza, nuestros corazones nos confunden, no es fácil reconocer lo que llevamos en el corazón (Jer 17:9). Sólo el Señor puede revelarnos lo que ocurren en nuestros corazones (Hechos 15:8; 1:24). Detente un momento y pídele a Dios que, en este momento, te de esta gracia.

Después de revisar el corazón, es probable que tengamos que pedir al Sagrado Corazón de Jesús que lo purifique. Mediante la Palabra, Dios purifica el corazón; penetrando y dividiendo lo bueno de lo malo, y juzgando "los pensamientos y las intenciones del corazón" (Heb 4,12). Necesitamos fe en el Señor (Hch 15,9) para que pueda continuar esta purificación; la cual sentimos como un ardor en el corazón (Lc 24,32) y en nuestros huesos (Jer 20,9).

En el primer día de Pascua, Jesús miró cada corazón, de sus discípulos y los purificó. Permite que Él haga lo mismo con tu corazón en este tiempo Pascual.

Oración:  Padre, déjame entrar en el fuego purificador y devorador de tu Amor (Cfr. Heb 12,29).

Promesa:  "Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto" (Jn 15,11).

Alabanza:  San Atanasio, casi por sí mismo, rescató a la Iglesia de la herejía del Arrianismo, que sostenía que Jesús no era divino. Creía tan firmemente que Jesús era Dios que fue exiliado por lo menos seis veces durante su vida.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 19 de diciembre de 2012

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