idolatría en el hogar
"Desecha los dioses ajenos que tienes a tu derredor y abre tu corazón al Señor" (Josué 24,23).
Los israelitas entraron a la tierra prometida bajo una Alianza de ser el pueblo de Dios (Dt 29,11-12). Pero después de llegar a la tierra prometida, adoptaron nuevos ídolos en sus casas. Josué oyó esto y desafió a los israelitas a dejar su idolatría y botar a los falsos dioses (Jos 24,23). La esposa de Jacobo, Raquel, trajo ídolos a su casa (Gen 31,19, 30-36). Incluso David, hecho a la norma del corazón de Dios (1Re 15,3), empezó su matrimonio con Michal con un ídolo en su casa (1Sam 19,13, 16).
Hoy no tenemos muchas estatuas de ídolos, pero las casas tienen como centro "al Dios de nuestra era" (2Cor 4,4), es decir, al confort, el sexo, el dinero, el poder y humanismo secular: el mundo a nuestra imagen y semejanza. A menudo, los hogares dan prioridad a la televisión o los juegos de video. No serán ídolos de oro o plata, pero sí se encuentran rodeados de "adoradores". A estos ídolos se les ofrece el tiempo de compartir con otros, las tareas del hogar sin hacer y la pérdida del interés por los demás.
Tal vez parezca una exageración, pero Dios no cede primer lugar a ninguna persona o cosa. La idolatría ha permeado la historia humana y lo hace hoy en día. Dios demanda adoración exclusiva. Las piedras y las paredes de tu hogar deben ser testigos ante Dios acerca de lo que tiene primer sitio en tu vida (Jos 24,26-27). ¿Qué dice tu hogar a Dios acerca del lugar que Él tiene en tu vida?
Oración: Señor, ayúdame a que seas lo primero en mi vida, que no deje que la televisión tome control de mi vida, no quiero ir al infierno con mi televisión como ídolo (Mt 5,29-30).
Promesa: "Deja que los niños vengan a Mí" (Mt 19,14).
Alabanza: Sara pasó de sentirse avergonzada de mostrar su identidad católica a resaltar al Sagrado Corazón en ella.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro de nuestro equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 5 de mayo de 2013
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