Elías estaba a punto de ser llevado a Dios. Eliseo, su sucesor, pidió a Elías: "¡Ah, si pudiera recibir las dos terceras partes de tu espíritu!" (2 Re 2:9). Elías le respondió "¡No es nada fácil lo que pides!" (2 Re 2:10). No obstante, Eliseo sí recibió lo que pidió porque perseveraba y se quedaba con Elías, pasara lo que pasara. María Magdalena se quedaba con Jesús, si tuviera que estar al pie de la cruz o frente a Su sepulcro (Jn 19:25; 20:1ss). Tanto Eliseo como María recibieron estos poderes porque se quedaron.

Frecuentemente al principio de un nuevo ministerio o iniciativa espiritual, hay un periodo de entusiasmo, una "luna de miel espiritual". Como san Pedro, nosotros queremos permanecer en las gracias "de luna de miel" en la cumbre de la montaña (ver Mc 9:5). Sin embargo, Jesús se va a otra parte (Mc 1:38). Como sus discípulos, seguimos sus pasos (Lc 9:23), porque no puede haber alegría separados de Jesús (Jn 15:5). Si Jesús se marcha, debemos seguirle; dondequiera que Él nos guíe, no lo dejaremos (2 Re 2:6).

Permanecer con Jesús parece fácil en la luna de miel espiritual. Pero llegará el momento en que Jesús se dirija a lugares donde preferiríamos no ir. En los momentos en que se dirige a la cruz, tenemos la tentación de quedarnos atrás en vez de seguirle. Solamente cuando caminamos con Jesús, el poder del Espíritu no permanece con nosotros.

Permanecer con Él no es "nada fácil". Jesús, el Siervo Sufriente, nos mira y pregunta: "¿Puedes quedarte conmigo, pase lo que pase?" (ver Mc 14:37). ¿Adónde te guía Jesús ahora? ¿Te quedarás con Él?

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de abril de 2014

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