Durante cientos de años la venida del Mesías había sido profetizada. "Se le da por nombre: 'Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz'" (Is 9:5-6). Sin embargo, cuando el Mesías finalmente nació, "sin forma ni hermosura que atrajera nuestras miradas, sin un aspecto que pudiera agradarnos. Despreciado, desechado por los hombres" (Is 53:2-3). "La gente de Jerusalén y sus jefes no reconocieron a Jesús, ni entendieron las palabras de los profetas que se leen cada sábado" (Hch 13:27). La palabra "estaba en el mundo y el mundo fue hecho por medio de ella y el mundo no la conoció. Vino a los suyos y los suyos no la recibieron" (Jn 1:10-11). Jesús nació en un establo y lo acostaron en un pesebre porque no había lugar para Él en el corazón de muchos (Lc 2:7).

Jesús, despojado de Su gloria (Fil 2:7), todo humano, el Mesías sufriente, sigue siendo rechazado fácilmente. Es rechazado tan fácilmente que más de mil millones de personas pueden celebrar su cumpleaños sin darle a Él un regalo, ni siquiera pensar en Él. ¿Serías tu uno de entre los pastores que vieron a Jesús —o a lo mejor estarías entre los reyes magos que lo adoraron? ¿Serías como María y José y dejarías al Señor interrumpir tu vida totalmente —todo por el niño Jesús? ¿Pondrías a Cristo al frente de la Navidad? Rechaza cualquier cosa en Navidad que no le complazca a Cristo. Acéptalo como Señor y Salvador de Navidad.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 24 de augusto de 2015.

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