El Viernes Santo, a menudo escuchamos acerca de las siete "últimas palabras" de Jesús, pronunciadas mientras estaba colgando en agonía en la cruz. Hoy en día, escuchamos las tres "últimas palabras" de san Esteban, pronunciadas mientras era apedreado hasta la muerte por su fe en el Jesús crucificado y resucitado. En perfecta imitación de Cristo, dijo San Esteban:

1. "¡Mira! ... Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios" (Hch 7:56). Con san Esteban, "fijemos la mirada en Jesús" (Heb 12:2), de tal manera que nos regocijemos en la presencia de la persecución.
2. "Señor Jesús, recibe mi espíritu" (Hch 7:59). Esteban oró (Hch 7:59) "al estar siendo apedreado" (Hch 7:59). Justo antes de morir, Jesús rogó: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lc 23:46). Los discípulos imitaron a Jesús en su carácter y en su ministerio. Ese tipo de vida nos entrena a que respondamos como lo hizo Jesús en cada momento de nuestra vida.
3. "Señor, no les tengas en cuenta este pecado" (Hch 7:60). Esta fue la última palabra que Esteban dijo antes de morir. Así mismo, Jesús suplicó desde la cruz: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc 23:34). Nosotros hablamos de la abundancia de nuestro corazón (Lc 6:45). Si perdonamos siempre, podemos hablar del perdón incluso cuando somos perseguidos.

Un joven judío llamado Saulo de Tarso estaba feliz de testimoniar la muerte de Esteban (Hch 7:58; 8:1). Aunque Saúl quería que matarán a Esteban, sin embargo, escuchó las tres últimas palabras de san Esteban, y con el tiempo se convirtió en un gran apóstol. Sé un Esteban. Imita a Jesús diariamente en la palabra y en los hechos.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 24 de augusto de 2015.

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